Resumen de Cristian Felber, diciembre de 2010
La economía del bien común es un libro de 150 páginas que se publicó el
16 de agosto de 2010 en la editorial vienesa Deuticke. Los fundamentos
teóricos habían sido elaborados en un libro precedente „Nuevos valores
para la economía”, del mismo autor (Deuticke, 2008).
Desde entonces, una veintena de empresarios ha participado en la tarea
de desarrollar y detallar el modelo. Uno de los objetivos de la
publicación del libro es escapar de la estéril dicotomía “lo que no es
capitalismo tiene que ser comunismo” y ofrecer una alternativa sistémica
humana. En el apéndice del libro, 70 empresas apoyan el modelo con su
firma – lo cual es una señal de que el modelo no sólo es una hermosa
idea utópica, sino que ha emergido desde la práctica empresarial. Hoy,
unas 150 empresas apoyan el modelo y 50 se han decidido a implementarlo.
1. La economía del bien común reposa sobre los mismos valores que hacen
florecer nuestras relaciones interhumanas: confianza, cooperación,
aprecio, co-determinación, solidaridad, y acción de compartir. (Según
recientes investigaciones científicas, las buenas relaciones
interhumanas son uno de los factores que más contribuyen tanto a motivar
a los seres humanos como a hacerlos felices.)
2. En la economía del bien común el marco legal experimenta un giro
radical al pasar de estar orientado según los principios de competencia y
avidez de lucro a los de cooperación y solidaridad. El significado del
éxito empresarial cambia de beneficio financiero a contribución al bien
común.
3. El bien común será definido en una asamblea democráticamente elegida y
anclada en la constitución. Un nuevo balance principal mide el bien
común: el balance del bien común. El balance del bien común se compone
de criterios „duros“ (= medibles) en lo que concierne a los siguientes
valores universales: diginidad humana, responsabilidad social,
sostenibilidad ecológica, codeterminación democrática, y solidaridad con
todos los “grupos involucrados” en la actividad de la empresa.
4. El balance financiero será el balance secundario. El capital deja de
ser el fin de la actividad empresarial para convertirse en un medio.
Meramente sirve para lograr el fin empresarial que es el bien común.
Parte del bien común son los ingresos de todas las personas que trabajan
en las empresas, que pueden aumentar hasta un máximo de 20 veces el
salario mínimo legal.
5. El balance del bien común mide rendimientos sociales, ecológicos,
democrátios y de justicia distributiva voluntarios. Las empresas con los
mejores balances disfrutan deincentivos y ventajas legales que les
permiten cubrir sus costes mayores y ofrecer los productos éticos a
precios inferiores que los no éticos: tasas de impuestos reducidas,
créditos con interés reducido, prioridad en la compra púbica y programas
de investigación, …
6. El beneficio financiero, antes el fin de la actividad empresarial, se
convierte ahora en un medio del neuvo fin: el bien común. Eso significa
que sólo serán permitidas aquellas aplicaciones del beneficio
financiero que aumenten el bien común: inversiones (con plusvalía social
y ecológica), repago de créditos, reservas (limitadas), distribución a
los que crean la plusvalía (máximo: 20 veces el salario mínimo) y
créditos sin interés a co-empresas; mientras que las aplicaciones que
reduzcan el bien común ya no serán legales: inversiones en los mercados
financieros, adquisiciones hostiles, distribución a personas que no
trabajan en la empresa, donaciones a partidos políticos.
7. Como el beneficio financiero ya no es un fin en sí mismo, las
empresas recuperan la libertad de aspirar a su tamaño óptimo. Ya no
tienen que temer que otras empresas se las “traguen” y ya no les estará
permitido tragarse a otras empresas; no necesitarán tener que crecer
para ser más lucrativas, poderosas o fuertes que l@s competidor@s. Todas
las empresas serán redimidas de la coerción estructural de tener que crecer y devorarse mutuamente.
8. Las desigualdades en las rentas y en la propiedad serán limitadas: la
renta máxima no puede ser más de 20 veces la renta mínima; la propiedad
privada no puede exceder 10 millones de euros; el derecho heredetario
se limita a medio millón de euros por persona, en el caso de empresas
familiares a diez millones de euros por persona. Herencias que excedan
estos límites serán distribuidas como “dote democrática” a miembros de
la generación siguiente. El objetivo de la “herencia máxima” y “herencia
mínima”: Cuanto más justamente distribuido esté el capital inicial
tanto mayor será la igualdad de oportunidades.
9. Empresas grandes con más de 250 empleados pasan parcialmente a la
propiedad de l@s emplead@s y l@s ciudadan@s; empresas con más de 5.000
emplead@s al cien por cien. L@s ciudadan@s serán representad@s por
delegad@s directamente elegid@s en „parlamentos económicos regionales”.
El gobierno no puede intervenir ni tiene propiedad en esas empresas.
10. El gobierno tampoco puede tocar los „bienes democráticos“, la
tercera categoría de propiedad aparte de la gran mayoría de pymes
privadas y unas cuantas grandes empresas de propiedad mixta. Bienes
democráticos pueden ser: escuelas, universidades, hospitales, empresas
de abastecimiento de agua y energía, telecomunicación, transporte
público o bancas: la infraestructura básica.
11. Un bien democrático clave es „el banco democrático“. Este banco
sirve – como todas las empresas – al bien común y está controlado como
todos los bienes democráticos por la ciudadanía soberana y no por el
Gobierno. Su servicio consiste en depósitos garantizados, créditos de
interés reducido y cuentas corrientes gratuitas. Los mercados
financieros tal y como se presentan hoy ya no existirán.
12. La democracia representativa será complementada por la democracia
directa y la participativa. El pueblo soberano tiene el derecho a a)
corregir a sus representantes (el parlamento), b) iniciar y adoptar
leyes, c) iniciar y adoptar un cambio de la Constitución, y d) controlar
áreas claves de la economía como los bienes democráticos.
13. Aparte de la asamblea económica [del bien común] habrá otras
convenciones para profundizar la democracia: convención para la
educación, una convención para la democratización de los medios de
comunicación, y una convención para la creación de bienes democráticos.
14. Para anclar los valores de la economía del bien común en las
generaciones futuras tan profundamente como hoy está arraigada en la
generación actual la visión del ser humano socialdarwinista y
capitalista, propongo cinco nuevas asignaturas obligatorias:
emocionología, ética, comunicación, educación democrática y experiencia
de la naturaleza.
15. Como la noción de „éxito empresarial“ será diferente en la economía
del bien común, otras competencias de gestión serán las más solicitadas.
Las personas más responsables, sociables, empáticas y capaces de
atender al bien de tod@s y de la comunidad ecológica, serán l@s modelos
apreciad@s por la sociedad y las más buscadas por las empresas.
Pensamiento Consciente