jueves, 21 de junio de 2012

Indignación y miedo

En los últimos días, los bancos están en el centro del debate público. Desde las escandalosas ayudas a Bankia, pasando por el rescate europeo a los bancos españoles, hasta la posible liquidación de ciertas cajas en proceso de transformación en bancos, la actualidad económica gira en torno a los bancos, su situación y su posible evolución a corto y medio plazo.

El interés que despierta la evolución de los bancos en la ciudadanía se puede deber a dos motivos muy diferentes entre sí. El primero de ellos sería la indignación por el coste que para el conjunto de los ciudadanos van a tener todas las ayudas que, en forma de préstamo o en forma de capital, van a recibir las entidades financieras. El segundo motivo sería la preocupación por el dinero que cada cual tiene depositado en las entidades financieras.

El coste neto de las ayudas que los bancos españoles han recibido desde el inicio de la crisis se estima que asciende a un 2,1% del PIB, es decir, unos 210.000 millones de euros. A esta cantidad habrá que añadirle el coste del rescate europeo que, en forma de préstamo al Reino de España, podría ascender hasta 100.000 millones de euros, aproximadamente un 1% del PIB. 

Dado que los términos de esta nueva ayuda aún no han sido precisados y que tampoco se conoce con certeza la forma en que el dinero llegará a las entidades financieras (préstamos o capital), no se puede estimar todavía cuál será el coste final del mismo. Pero lo que sí se puede afirmar sin errores que este proceso de rescate a la banca no va a resultar gratis a la ciudadanía y que, por tanto, vía aumento de impuestos o vía reducción del gasto público, todos pagaremos por él.

Que los ciudadanos paguemos con menores derechos sociales o con mayores impuestos los problemas financieros de la banca sería inaceptable para cualquier sociedad si no existiera el segundo motivo de preocupación que comentaba anteriormente. 

Esto es, el miedo a perder el dinero que cada cual tenga depositado en su correspondiente entidad financiera. Este miedo no deja de ser infundado y, a la vez, interesado. Infundado, porque existe un mecanismo, el Fondo de Garantía de Depósitos, que asegura el saldo depositado en los bancos con hasta 100.000 euros por depositario y entidad, lo cual supone una cantidad muy superior al saldo promedio que la mayoría de los ciudadanos mantienen actualmente en los bancos. Interesado, porque mientras se mantenga el miedo a perder el dinero propio la mayoría de la población estará dispuesta a asumir el coste del rescate a los bancos como un mal necesario. 

En esta combinación de indignación y miedo, de momento prevalece el miedo y la situación seguirá así mientras no se asuma lo que ese miedo esconde. Esto es, el hecho de que la mayoría de la población acepta un mal colectivo (recortes sociales y subidas de impuestos) como medio para obtener un pequeño beneficio personal (asegurar el saldo en la cuenta corriente).

Es este nivel, el de las acciones individuales, el que sostiene el entramado de las construcciones colectivas. 
Está bien y, sin duda, es necesario mostrar la indignación por las acciones de políticos y banqueros, entre otros. Pero son necesarios movimientos individuales cuando no se está de acuerdo con el estado de las cosas. En el caso de los bancos y sus ayudas, la protesta es una opción, pero vivir sin bancos también lo es y, cuando esto resulta imposible, optar por la banca ética o promover la existencia de una banca pública son también opciones a considerar. Aunque todo ello no dejan de ser pequeños movimientos superficiales. 

El gran terremoto sería estar dispuesto a asumir algún mal individual en favor del beneficio colectivo, pero ¿estaríamos dispuestos?

Luis A. Bermejo. Economista y miembro de Attac Murcia
La Opinión de Murcia

sábado, 16 de junio de 2012

La economía del bien común. El modelo económico del futuro

Resumen de Cristian Felber, diciembre de 2010

La economía del bien común es un libro de 150 páginas que se publicó el 16 de agosto de 2010 en la editorial vienesa Deuticke. Los fundamentos teóricos habían sido elaborados en un libro precedente „Nuevos valores para la economía”, del mismo autor (Deuticke, 2008).

Desde entonces, una veintena de empresarios ha participado en la tarea de desarrollar y detallar el modelo. Uno de los objetivos de la publicación del libro es escapar de la estéril dicotomía “lo que no es capitalismo tiene que ser comunismo” y ofrecer una alternativa sistémica humana. En el apéndice del libro, 70 empresas apoyan el modelo con su firma – lo cual es una señal de que el modelo no sólo es una hermosa idea utópica, sino que ha emergido desde la práctica empresarial. Hoy, unas 150 empresas apoyan el modelo y 50 se han decidido a implementarlo.

1. La economía del bien común reposa sobre los mismos valores que hacen florecer nuestras relaciones interhumanas: confianza, cooperación, aprecio, co-determinación, solidaridad, y acción de compartir. (Según recientes investigaciones científicas, las buenas relaciones interhumanas son uno de los factores que más contribuyen tanto a motivar a los seres humanos como a hacerlos felices.)

2. En la economía del bien común el marco legal experimenta un giro radical al pasar de estar orientado según los principios de competencia y avidez de lucro a los de cooperación y solidaridad. El significado del éxito empresarial cambia de beneficio financiero a contribución al bien común.

3. El bien común será definido en una asamblea democráticamente elegida y anclada en la constitución. Un nuevo balance principal mide el bien común: el balance del bien común. El balance del bien común se compone de criterios „duros“ (= medibles) en lo que concierne a los siguientes valores universales: diginidad humana, responsabilidad social, sostenibilidad ecológica, codeterminación democrática, y solidaridad con todos los “grupos involucrados” en la actividad de la empresa.

4. El balance financiero será el balance secundario. El capital deja de ser el fin de la actividad empresarial para convertirse en un medio. Meramente sirve para lograr el fin empresarial que es el bien común. Parte del bien común son los ingresos de todas las personas que trabajan en las empresas, que pueden aumentar hasta un máximo de 20 veces el salario mínimo legal.

5. El balance del bien común mide rendimientos sociales, ecológicos, democrátios y de justicia distributiva voluntarios. Las empresas con los mejores balances disfrutan deincentivos y ventajas legales que les permiten cubrir sus costes mayores y ofrecer los productos éticos a precios inferiores que los no éticos: tasas de impuestos reducidas, créditos con interés reducido, prioridad en la compra púbica y programas de investigación, …

6. El beneficio financiero, antes el fin de la actividad empresarial, se convierte ahora en un medio del neuvo fin: el bien común. Eso significa que sólo serán permitidas aquellas aplicaciones del beneficio financiero que aumenten el bien común: inversiones (con plusvalía social y ecológica), repago de créditos, reservas (limitadas), distribución a los que crean la plusvalía (máximo: 20 veces el salario mínimo) y créditos sin interés a co-empresas; mientras que las aplicaciones que reduzcan el bien común ya no serán legales: inversiones en los mercados financieros, adquisiciones hostiles, distribución a personas que no trabajan en la empresa, donaciones a partidos políticos.

7. Como el beneficio financiero ya no es un fin en sí mismo, las empresas recuperan la libertad de aspirar a su tamaño óptimo. Ya no tienen que temer que otras empresas se las “traguen” y ya no les estará permitido tragarse a otras empresas; no necesitarán tener que crecer para ser más lucrativas, poderosas o fuertes que l@s competidor@s. Todas las empresas serán redimidas de la coerción estructural de tener que crecer y devorarse mutuamente.

8. Las desigualdades en las rentas y en la propiedad serán limitadas: la renta máxima no puede ser más de 20 veces la renta mínima; la propiedad privada no puede exceder 10 millones de euros; el derecho heredetario se limita a medio millón de euros por persona, en el caso de empresas familiares a diez millones de euros por persona. Herencias que excedan estos límites serán distribuidas como “dote democrática” a miembros de la generación siguiente. El objetivo de la “herencia máxima” y “herencia mínima”: Cuanto más justamente distribuido esté el capital inicial tanto mayor será la igualdad de oportunidades.


9. Empresas grandes con más de 250 empleados pasan parcialmente a la propiedad de l@s emplead@s y l@s ciudadan@s; empresas con más de 5.000 emplead@s al cien por cien. L@s ciudadan@s serán representad@s por delegad@s directamente elegid@s en „parlamentos económicos regionales”. El gobierno no puede intervenir ni tiene propiedad en esas empresas.

10. El gobierno tampoco puede tocar los „bienes democráticos“, la tercera categoría de propiedad aparte de la gran mayoría de pymes privadas y unas cuantas grandes empresas de propiedad mixta. Bienes democráticos pueden ser: escuelas, universidades, hospitales, empresas de abastecimiento de agua y energía, telecomunicación, transporte público o bancas: la infraestructura básica.

11. Un bien democrático clave es „el banco democrático“. Este banco sirve – como todas las empresas – al bien común y está controlado como todos los bienes democráticos por la ciudadanía soberana y no por el Gobierno. Su servicio consiste en depósitos garantizados, créditos de interés reducido y cuentas corrientes gratuitas. Los mercados financieros tal y como se presentan hoy ya no existirán.

12. La democracia representativa será complementada por la democracia directa y la participativa. El pueblo soberano tiene el derecho a a) corregir a sus representantes (el parlamento), b) iniciar y adoptar leyes, c) iniciar y adoptar un cambio de la Constitución, y d) controlar áreas claves de la economía como los bienes democráticos.

13. Aparte de la asamblea económica [del bien común] habrá otras convenciones para profundizar la democracia: convención para la educación, una convención para la democratización de los medios de comunicación, y una convención para la creación de bienes democráticos.

14. Para anclar los valores de la economía del bien común en las generaciones futuras tan profundamente como hoy está arraigada en la generación actual la visión del ser humano socialdarwinista y capitalista, propongo cinco nuevas asignaturas obligatorias: emocionología, ética, comunicación, educación democrática y experiencia de la naturaleza.

15. Como la noción de „éxito empresarial“ será diferente en la economía del bien común, otras competencias de gestión serán las más solicitadas. Las personas más responsables, sociables, empáticas y capaces de atender al bien de tod@s y de la comunidad ecológica, serán l@s modelos apreciad@s por la sociedad y las más buscadas por las empresas.


Pensamiento Consciente