lunes, 26 de marzo de 2012

La problemática medición del crecimiento económico

El crecimiento económico es el incremento que se produce en la actividad económica de una zona (país o región) a lo largo de un periodo de tiempo. Para medirlo el indicador habitual que se utiliza es el Producto Interior Bruto (PIB). En este artículo explicaré como se calcula ese indicador y los problemas que ofrece a la hora de dar un imagen fiable de la realidad económica.



El calculo del Producto Interior Bruto

El PIB refleja el valor monetario de todos los bienes y servicios generados en una economía durante un periodo de tiempo. Para calcular dicho valor se utiliza el precio de venta, en aquellos productos y servicios destinados a la venta, o el coste monetario total de los servicios no destinados a la venta, como los servicios públicos. También es posible calcular el PIB desde la perspectiva del coste en lugar de la del precio de venta. En el primer caso (precios) se le denomina PIB a precios de mercado y, en el segundo (costes) PIB al coste de los factores. La medida que habitualmente ofrecen los medios de comunicación y sobre la que se hace la mayor parte de los análisis es el PIB a precios de mercado (PIBpm).

Dado que es habitual que en las economías se produzca inflación (o deflación), esto es, que los precios varíen durante un periodo de tiempo, el PIB puede aumentar o disminuir simplemente por el efecto de esa variación de precios durante un periodo. Si la medición que se utiliza no contempla el efecto de la inflación, se denomina PIB nominal. En caso de que el valor del PIB se haya ajustado a la evolución de los precios, el nombre que recibe es PIB real. Normalmente el dato que recibe más difusión y comentarios es el PIB nominal, esto es, sin considerar el efecto de la variación de los precios.

El PIB se puede calcular de tres formas diferentes: desde la perspectiva de la oferta (producción), desde la perspectiva de la demanda (gasto) o desde la perspectiva de las rentas generadas (distribución). Con independencia del método de cálculo el valor siempre es el mismo. Estas tres formas de cálculo diferenciado sirven para conocer con mayor detenimientos como se generan y como se distribuyen los bienes y servicios en la economía.


El cálculo del PIBpm, desde la perspectiva de la oferta (producción), se hace restando al Valor Añadido Bruto (valor final de la producción) generado por todos los sectores productivos, el valor de los Consumos Intermedios (compras y gastos necesarios para generar dicha producción) a lo que se añaden el valor de los Impuestos netos ligados a la producción e importación.

PIB = VA – CI + Imp. netos

Desde la perspectiva de la demanda, el PIB refleja la s actividades a las que se ha destinado el gasto de los residentes. En este caso, el cálculo se efectúa por la adición de tres grandes capítulos: Consumo (privado y público), Formación Bruta de Capital (inversión) y Sector Exterior (diferencia entre el valor de las Exportaciones y el de las Importaciones).

PIB = C + FBK + (X – M)

Por último, desde la perspectiva de la distribución del valor de la producción, el PIB se calcula sumando al valor de la Remuneración de los Asalariados (rentas del trabajo) el Excedente Bruto de Explotación (rentas de la propiedad y de la empresa, rentas mixtas e impuestos sobre renta y patrimonio) y el valor de los impuestos netos sobre la producción y las importaciones.

PIB = RA + EBE + Imp. netos



Los problemas de medición del PIB

Aunque el Producto Interior Bruto es el principal indicador que se emplea para medir la actividad económica de una economía dada, no deja de ser una aproximación con importantes limitaciones, tanto desde la perspectiva cuantitativa (medida) como desde la cualitativa, esto es, de la valoración que se hace de la medida y, en especial, de su evolución (crecimiento económico).

La primera limitación del PIB hace referencia a la evolución de los precios y de la población. Como comentaba antes, el valor de la producción de una economía puede variar simplemente porque aumenten los precios y, de una forma similar, las variaciones de la población pueden suponer variaciones en el nivel agregado del PIB que, aunque supongan un incremento real de la economía, no se derivan de una mejora en la actividad económica sino que, simplemente, son el efecto directo de una mayor población. Es cierto que existen soluciones técnicas para los dos problemas, sin embargo estas soluciones, a su vez, generan nuevos problemas de medición o son desconocidas por el público en general.

En el caso de los precios, la solución que se plantea es la de deflactar el valor nominal, esto es, tomar como referencia el valor del dinero en un periodo base y, con ese valor, recalcular del dato de PIB en cada periodo. Los deflactores que se utilizan son los indices de precios y aquí surge el problema. Primero, porque existen diferentes indices de precios (indice de precios al consumo, indice de precios industriales,...) y, segundo, porque la composición de cualquiera de los indices es fija y no se corresponde con la propia composición del PIB.

En cuanto a la población, la solución que se ofrece es calcular el PIB per cápita, esto es, dividir el valor del PIB entre la población total. En este caso, el valor que se obtiene si refleja el efecto de la población, aunque raramente vemos este dato reflejados en los medios de comunicación o en los discursos de los políticos. No obstante, es importe matizar que un mayor PIB per cápita no supone necesariamente una mejora del bienestar de los ciudadanos. El ejemplo que se utiliza siempre para aclarar este punto es el del pollo y los dos amigos. Si tenemos un pollo y somos dos, tocamos a medio pollo per cápita. Si al año siguiente tenemos dos pollo, hemos ascendido a un pollo per cápita pero ¿cómo ha mejorado nuestra situación?. Si el primer año, el primer amigo se come todo el pollo y el segundo sólo chupa las patas y la situación se mantiene el segundo año, estadísticamente la mejora ha sido importante, aunque cualitativamente vemos claramente que el segundo de los amigos no ha progresado mucho.

Siguiendo con los problemas de medición, existen múltiples actividades “económicas” que no se reflejan en el valor del PIB. Por un lado, estarían todas las actividades que se hacen de forma “sumergida” que, en el caso de España, se estiman en torno a un 20%-30% del valor actual del PIB; por otro, estarían fuera todas las actividades delictivas, lo que viene a suponer otro 25% adicional; y, finalmente, quedarían fuera todas aquellas actividades que, como en el caso de las tareas del hogar o el cuidado de niños y mayores, no se consideran formalmente como actividades económicas al no realizarse a cambio de una contraprestación monetaria cuantificable, con independencia del valor real de las mismas.

Por lo que respecta a la valoración que se hace del incremento del PIB (crecimiento económico) como indicador del aumento de bienestar de una sociedad, hay que precisar algunos aspectos que resultan, cuando menos, paradójicos. Algunos ejemplos paradójicos:

  • Si en una economía determinada los sueldos no se modifican, pero se incrementan las horas trabajadas, se producirá un aumento de la producción y, por consiguiente, aumentará el PIB, se producirá crecimiento económico y, por tanto, aumentará el bienestar. Por tanto, sueldos congelados con más horas de trabajo igual a mayor bienestar.
  • Si la administración decide comprar un nuevo helicóptero militar que cuesta el doble que un quirófano, entonces se produce un mayor aumento del PIB, mayor crecimiento económico y mayor bienestar. Por tanto, más tanques y menos quirófanos igual a mayor bienestar.
  • Si se produce un incendio forestal, se apaga, se limpia la zona y se repuebla con nuevos árboles se está generando mayor actividad económica, por tanto, el PIB aumentará, de nuevo tendremos crecimiento económico y mayor bienestar. Por tanto, incendios forestales igual a mayor bienestar.

El último ejemplo paradójico sirve, a su vez, para incidir sobre otros aspecto que el PIB no tiene en consideración. Esto es, la degradación medioambiental, la contaminación y el agotamiento de los recursos naturales. Al no considerarse esos aspectos, la cifra que el PIB ofrece del valor de una economía está falseada porque no considera las pérdidas (algunas irreparables) que se producen en el entorno y que, con toda seguridad, supondrán decrecimientos futuros.

Como conclusión, podemos decir que el PIB es un indicador aproximado del valor de la actividad económica pero que adolece de importantes limitaciones y severas contradicciones. Por lo cual, su valoración y, en especial, la valoración que se hace de su aumento en el tiempo (crecimiento económico) debe ser relativizada y, a la vez, debe ponerse en relación con otros indicadores de bienestar.
 
Luis A. Bermejo
Economista y miembro de ATTAC Murcia

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